La tercera ola*
A lo largo de la historia, se han desplegado distintas formas de dominio y boicot contra los regímenes incómodos para los intereses de Estados Unidos en la región. Desde la adaptación de la “Doctrina Monroe”, para EE.UU, América Latina no es más que su espacio de influencia o incluso, su “patio trasero”. Este artículo trata de agrupar estas ofensivas sobre la región en tres oleadas.
«Los Estados Unidos parecen destinados por la Providencia a plagar la América de miserias en nombre de la libertad».
La primera oleada abarca el inicio de la hegemonía y del rol imperial de Estados Unidos, extendiendo su territorio y afianzando intereses comerciales a través de invasiones militares.
Durante el siglo XIX Estados Unidos arrebata a México la mitad de su territorio (1846), ocupa Cuba (1898) y Puerto Rico (1898). A inicios del siglo XX, “promueve” la segregación de Panamá, que era parte de Colombia, adquiriendo los derechos sobre el futuro Canal de Panamá. Además se registrarían las invasiones militares a República Dominicana (1904), Nicaragua (1910), Veracruz-México (1914), Haití (1915), Honduras (1924) y Panamá (1925).
Esta oleada terminaría con el asesinato de César Augusto Sandino líder de la resistencia nicaragüense, por parte del régimen de Somoza, aliado importante de Estados Unidos.
Una segunda oleada tiene lugar a partir del surgimiento de gobiernos nacional-populares o de izquierda, a través de procesos electorales o revoluciones. La respuesta imperialista fue rotunda y en distintas dimensiones, en el plano económico y social tenía a la Alianza Para el Progreso, en otra dimensión, político-militar, se registraron desde el ataque de mercenarios en Bahía Cochinos en Cuba (1961), los golpes de estado en Guatemala (1954), Ecuador (1961), Brasil (1964), Uruguay (1973), Chile (1973), Argentina (1976) la mayoría de los cuales dieron inicio a las dictaduras más sangrientas de la región, hasta las abiertas invasiones militares como en Granada (1983), en donde granadinos y cubanos murieron bajo el fuego norteamericano, o en Panamá (1989). Es necesario mencionar el papel nefasto de los militares norteamericanos en El Salvador o Nicaragua para enfrentar al FSLN y al FLMN, respectivamente, teniendo como saldo el asesinato de cientos de miles de nicaragüenses y salvadoreños. Esto en el marco de la “guerra fría” y la disputa mundial por la hegemonía entre Estados Unidos y la Unión Soviética.
Luego de la desaparición del “socialismo real” tuvieron lugar las transiciones democráticas y el auge del neoliberalismo, que llevaron a la inestabilidad y al caos a varios países de la región. Entonces surgieron diversos y poderosos movimientos sociales de resistencia al neoliberalismo, esto precedería la aparición de gobiernos progresistas, de distinta intensidad en su crítica a la hegemonía norteamericana.
Esta nueva etapa de América Latina ha visto surgir importantes intentos de integración regional, como la CELAC, UNASUR, MERCOSUR, y el más importante en cuanto a orientación política y social, la ALBA.
Se aprecia, en esta etapa, una nueva ofensiva por parte de la derecha regional, como extensión de los intereses de la política exterior norteamericana, una tercera ola. Esta tendencia no es nueva, el golpe de estado en Honduras (2009) o la destitución de Fernando Lugo en Paraguay (2012), además del intento golpista en Ecuador (2010), la “media luna” en Bolivia (2008) o el golpe contra Hugo Chávez en el 2002 y la actual ofensiva contra Venezuela fueron sólo algunas muestras del papel activo del imperialismo por retomar posiciones en América Latina.
A través de mecanismos como la Alianza del Pacífico, compuesta por los países con gobiernos de derecha en la región, se afianza el dominio norteamericano en casi toda la costa del pacífico, salvo Ecuador. La Alianza del Pacífico, es sin duda, el regreso del ALCA.
La intensión del Presidente de Colombia, Juan Manual Santos, de obtener el status de “aliado extra de la OTAN”, como denomina Atilio Borón, además de haberse reunido con Henrique Capriles, luego de la visita del Vice-Presidente de Estados Unidos, Joe Biden, pinta de cuerpo entero el papel de Colombia.
En medio de esta ofensiva tiene lugar la muerte del líder de la revolución bolivariana, Hugo Chávez, lo que constituyó un fuerte golpe a las fuerzas bolivarianas y anti imperialistas. La derecha venezolana, con pleno apoyo de Estados Unidos, intentó recuperar el gobierno. Al ser derrotada, la derecha venezolana, apeló al boicot y la violencia. Hoy Venezuela es el objetivo principal del imperialismo.
Esta oleada tiene un elemento adicional, los grandes medios de comunicación, los cuales se encargan de atacar a los gobiernos de izquierda en Latinoamérica. Ante la debilidad y crisis de los partidos políticos, son los medios de comunicación los que asumen el papel orgánico de extender el discurso de la burguesía y los sectores de poder. Si bien es cierto, esto se ha registrado en ocasiones anteriores en la historia, está vez la contundencia es mucho mayor.
La historia de América Latina es una historia de resistencia, primero contra los invasores europeos y luego contra la potencia del norte. Hay tareas importantes que los gobiernos de izquierda y las fuerzas antiimperialistas deben asumir en medio de esta oleada, como la consolidación de la integración regional con pasos concretos, la defensa de los procesos de cambio, a través de todos los medios posibles, y la solidaridad entre los pueblos. Latinoamérica en su conjunto debe apuntar al fin del dominio inglés sobre Las Malvinas, así como al fin del bloqueo económico contra Cuba. La paz en Colombia es otra tarea fundamental.
Nunca el panorama nunca ha sido favorable para los pueblos de nuestra América, pero a pesar de ello vemos como se construyen nuevos escenarios. Hoy marchamos hacia nuestra segunda y definitiva independencia y está en nuestras manos el éxito de esta tarea.
*Artículo que es parte de una próxima publicación de la Comisión de Relaciones Internacionales del PC del P - Patria Roja.